Maestro del ajedrez

He aquí mi gran ambivalencia:

Ser una pequeña pieza de ajedrez, movida por un inexperto.

Ser un jugador de ajedrez, que falto de experiencia, titubea cada vez que mueve una pieza.

Ser uno de los tantos encargados de mover a un grupo de jugadores y no estar lo suficientemente preparado para moverlos.

O ser el Maestro de todos los encargados de mover a todos los jugadores de todos los tiempos y no tener la certeza de Ser un gran experto o una pequeña pieza, movida por un inexperto.

Un eterno retorno

Tras cruzar líneas enemigas, afligidos y cansados de tanta muerte, el ejército normando, encabezado por el rey, afrontó su destino, librando una dura batalla contra los sajones.

Jaque

Tras cruzar líneas enemigas, afligidos y cansados de tanta muerte, el ejército alemán, encabezado por el general al mando, afrontó su destino, librando una dura batalla contra los aliados.

Mate

Tras cruzar líneas enemigas, afligidos y cansados de tanta muerte, el ejército terrícola, encabezado por el líder supremo, afrontó su destino, librando una dura batalla contra los venusianos.

Jaque

Tras cruzar líneas enemig…

— ¿Toda la eternidad estaremos atados a este tablero, disputándonos sus almas y decidiendo por ellos?

—Estaremos atados a este tablero, hasta que uno de ellos se haga cargo de su alma y decida cambiar el destino de toda la eternidad.

…as, afligidos y cansados de tanta muerte, el ejército…

Complementados

¿Estoy jugando ajedrez o sufriendo con el ajedrez? No lo sé, soy una principiante, pero para mí, jugar implica diversión, pasarlo bien y esto dista de ser mi caso. Ahora, por ejemplo, estoy en medio de una partida y lo estoy pasando pésimamente. Lejos de divertirme, aburrida y sedienta como un perro, ya ni recuerdo cómo mover las piezas. Solamente recuerdo mi nombre y que el ajedrez se juega entre 2 personas, que yo soy una de ellas, que el tablero consta de 64 casilleros, con 32 piezas, divididas en 16 blancas y 16 negras, que debo proteger a mi reina para salvar a mi rey, guardar silencio, ser paciente y esperar mi turno.

Mientras contengo un bostezo, para no distraerme, o más bien, para entretenerme, observo a mi adversario. Irónicamente somos tan contrastantes como el color de nuestras respectivas piezas. Mientras él juega con las blancas, se sienta en ángulo recto como un cuadrado y disfruta con esta parafernalia, yo juego con las negras y me duele la espalda de tanto estar sentada. Preferiría ser espontánea, lanzar los dados y depender de mi buena o mala suerte, en lugar de depender de mi conducta, obligada a respetar tantas reglas…

—Es tu turno dice mi adversario.

Ansiosa por terminar la partida de una vez por todas, me concentro en el tablero, en mis piezas y muevo con precisión y estrategia matemática.

—Jaque dice impertérrito.

Ansiosa por un tiempo extra, intento salir del jaque con desesperación y sin estrategia matemática.

—Mate —agrega triunfante, se levanta y amistosamente me extiende su mano.

Para demostrar mi alta tolerancia a la frustración, contengo mis ganas de patear la mesa, gruñir, gritar a todo pulmón y poniéndome de pie, estrecho su mano.

—Felicitaciones, eres un gran oponente le digo con franca admiración.

—Soy tu opuesto, no tu oponente me dice.

Con las manos entrelazadas nos miramos fijamente.

—No logro recordar tu nombre… murmuro, confusa.

—No me extraña amigo, eres tan distraído que si no te conociera y no supiera cómo sufres cuando estás perdiendo y que prefieres las blancas porque te encanta partir, me enojaría contigo por olvidarlo, pero si recuerdas tu nombre, es lógico que recuerdas el mío, ¿o ya olvidaste que tú y yo somos la misma persona?

3 comentarios en “Relatos de ajedrez

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